Llovía

Por: Andrés Bali Quintanar
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Puede ser que el mundo tiene cuatro rumbos y que la conciencia es el rumbo que toma la vida hacia la eternidad. Son solo cuatro lados de un cuadrado, son cuatro las extremidades del cuerpo. Solo un rumbo toma la conciencia hacia la eternidad.
Cualquiera que sea el destino, el futuro, la historia, la embriaguez. Cualquiera que sea la semilla, la tierra, nuestra manera de besar.
La tierra va hacia enfrente, la vida solo anda perdida en los ciclos de la luna, en los días y las noches, mientras la conciencia vuelve a prestar atención.
La luz está ahí siempre. Y se escucha la lluvia golpear la ventana.
El tranquilo despertar ante la noche, el tranquilo fluir del agua en la coladera.
Veo el recuerdo de un día que la vida nos acunó en la tierra santa. En el bosque tranquilo donde los sueños se mezclaban con la luz despierta. La tierra era júbilo y la vida era sincera.
Llovía.
La tierra era mi cuerpo, y la lluvia mojaba las hojas verdes del bosque. La tierra era mi cuerpo. La lluvia mojaba mi piel.
La tierra era el lugar donde nacía la conciencia y nada podía negarlo.
El recuerdo vívido de la existencia es todavía una revelación.
La tierra era recuerdo.
Llovía.
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