Ernesto Priani
En los últimos días he pensando en lo importante que sería liberar a los sueños de algunas cadenas con las que a lo largo del tiempo los hemos ido sujetando. Se me ocurren tres para empezar, la cadena del significado, por la que atamos los sueños a la idea de que solo pueden significar una sola cosa; la cadena de lo inconsciente, por la que creemos que son un producto que se elabora sin participación de la conciencia y cuyo significado es algo que se ha sustraído a ella, y la cadena de la irrelevancia, que los priva de cualquier valor o importancia en nuestra vida.
De la primera puedo decir que nos obsesiona. Cuando interpretamos los sueños queremos hacerlo como sí sólo tuviera un sentido. En realidad, el significado de los sueños como cualquiera puede experimentar, varía y cambia con el tiempo y con las circunstancias como pensaba Walter Benjamín. A fin de cuentas, el sueño que tuve apenas ayer está lleno de sensaciones que me hacen interpretarlo hoy a partir de la nostalgia y la sensación de abandono que me dejó al despertar. Pero seguramente este sueño, en unos días o, quizás, en unas semanas, comenzará a significar para mí otra cosa, porque se habrán atenuado las emociones y entonces puedo enteneder el sueño a partir de perspectivas que éstas velaban.
Además, caben en la interpretación de un sueño los muy distintos estilos con que han sido interpretados a lo largo de la historia. De un mismo sueño podemos al mismo tiempo pensar qué significa un anticipo de algo que vendrá y descifrarlo al más puro estilo de Freud como la supresión de un deseo. Nada impide que los entendamos de ésta o de otras formas, incluso simultáneamente, porque el valor que tiene soñar es precisamente el abrir la puerta a signos con múltiples posibilidades interpretativas, cuya riqueza verdadera es la posibilidad casi infinita de dotarlos de sentido. Decodificar un sueño es un juego sin reglas claras para pensarnos a nosotros mismos y nuestra relación con el mundo. Esperar que signifiquen solamente una cosa es mutilar sus posibilidades significativas.
Algo semejante pasa con la idea de que el sueño es un producto del inconsciente, que en su elaboración no hay participación alguna de la conciencia y que su significado, es algo que nos ocultamos a nosotros mismos. Entenderlo así no sólo limita los significados posibles atando a los sueños a la tiranía del sentido único, sino que coloca al sueño en un territorio en que se vuelve inalcanzable, al tiempo que ignora la relación entre el sueño y el despertar.
Walter Benjamín escribe que el sueño debe ser narrado después del desayuno cuando ya hemos traspasado la barrera del despertar y el sueño es ahora un objeto ya no sólo de la persona que lo sueña sino de la comunidad a la que es narrado. Y no importa sí esa comunidad es una persona o muchas. La irrupción del sueño tras el despertar lo transforma y nos transforma. Traemos a lo colectivo aquello que en principio parece sólo pertenecer al individuo en su condición más aislada cuando duerme. Revelar el sueño cuando se está despierto es por supuesto abrirlo a las interpretaciones múltiples de aquellos que escuchan, incluyendo por supuesto al analista.
Pero quizás la peor cadena es aquella que piensa los sueños como carentes de sentido y de valor. Porque los hace irrelevantes para una sociedad obsesionada con el control y el sentido único, con maximizar las facultades cognitivas y las fortalezas corporales, para que maximicemos también la productividad y las ganancias. Esta idea nos priva literalmente del sueño, de toda su riqueza, de toda la exploración que se puede hacer a través de él, y también de un objeto cultural y de entretenimiento extraordinario. De los sueños se han extraído relatos, pinturas, películas, y durante mucho tiempo, Interpretarlos fue una actividad social para los tiempos de ocio.
Liberar el sueño de estas cadenas es en cierta forma recuperarlo y recuperar también la forma a veces lúdica, a veces ociosa, a veces inquisitiva o expectante de tratar de entenderlos y de querer encontrar ahí un sentido que se nos escapa y por eso nos esforzamos en construirlo. En estos tiempos que corren, el sueño y su interpretación, pueden llegar a ser un oasis dónde refugiarnos de las exigencias de una vida llena de ansiedades y preocupaciones. Porque el sueño es un evento que tiene la doble naturaleza de de ser un evento privado, una experiencia propia que así como a veces angustia o alegra, invita siempre a jugar con su sentido. A ver