Epitafio

Por: Marcos Límenes
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Han encontrado mis restos óseos. Transcurrieron mil dos mil diez mil años para que aparecieran a ras de suelo. He tenido la suerte de que no me encontraran en una fosa común. Aparentemente no se trata de un entierro ya que el esqueleto aparece enrollado sobre sí mismo y no se han encontrado otros vestigios en el lugar.
¿Qué dice mi osamenta de mí? En el reporte forense se afirma que se trata de un varón de unos 70 años de edad, de origen caucásico y sin señales de violencia ni enfermedad terminal. La posible causa de muerte ha sido por razones naturales. Sin embargo quienes elaboraron el reporte plantean algunas interrogantes cuyas respuestas esperan obtener en poco tiempo con la ayuda de historiadores, antropólogos y, por qué no, paleontólogos. A primera vista pareciera que me fui al otro mundo durante el sueño, ya que, como se ha dicho, una de las extremidades superiores se encontraba bajo mi cabeza y la inferior derecha se encontraba apenas flexionada debajo de la izquierda. Sin embargo ningún otro objeto, la base de una cama por ejemplo, se encontró en el lugar. No lejos de allí, a unos quinientos metros, se encuentran las ruinas de lo que alguna vez fue un lugar habitado.
Nada puedo decir sobre mi muerte porque, obviamente, no la presencié y, sobra decirlo, transcurrido tanto tiempo la memoria flaquea. No me queda más que atenerme al reporte de los expertos y confiar en su versión de los hechos.
No siendo más que una especulación se establece que el individuo en cuestión falleció de hipotermia, pero no habiéndose encontrado rastros de vestimenta alguna, objetos utilitarios, o cenizas de una fogata, todo parece indicar que huía de alguien o de algo. Podría tratarse de algún enemigo que se aprestaba a sacrificarlo o bien de un evento natural –sea un terremoto, inundación o similar-.
Yo tengo mis dudas sobre sus conclusiones, sinceramente. Me encontraron en una posición demasiado cómoda y relajada lo cual no corresponde con la angustia que supondría la desesperada huída de un ser amenazado. Me inclinaría a pensar que fue un acto voluntario –no quiero decir suicidio, ni lo pienso- quizás una simple distracción. Me sigue pareciendo bello contemplar el firmamento en una noche clara de invierno.
Ilustración del autor.
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