La edición facsimilar del Diccionario de escritores mexicanos (1967)

Por: Jesús Gómez Morán

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No soy un experto en psicomagia ni en disciplina esotérica que se le asemeje pero, hasta donde alcanzo a columbrar, “constelar” significa retrotraerse dentro de nuestra propia consciencia para asimilar de dónde provienen ciertos patrones de mentalidad y conducta. Es bajo esa divisa que lanzo esta botella al mar de libros, de esos demasiados libros que refería Gabriel Zaid y que (en una inicial constelación) quizás sea una réplica al relato de Cortázar “Fin del mundo del fin”, en el cual justamente uno de los problemas consistía en cómo navegar delante de esa ingente producción editorial, metáfora vigente como nunca en nuestros tiempos cuando nos la vivimos más abocados en hablar que en escuchar al otro.

            Este espacio que generosamente me ofrecen el proyecto Artefacto de Letras del maestro Armando Enríquez y Juan Bonilla, director de Bonilla Artigas Ediciones, quiero aprovecharlo un poco en ese sentido. Pero no se piense que intentaré trazar líneas de lectura a modo de guía para alguien interesado en iniciar o fortalecer su hábito lector. Nada más apartado de mí que perseguir tal propósito didáctico, si bien asumo que a fin de cuentas uno termina operando a modo de un asesor más o menos letrado, cuando más bien mi intención explícita y declarada en estas líneas no es sino la de compartir mi propia vivencia lectora, aderezada desde luego con alguna que otra experiencia de vida relacionada a aquellas páginas que en su momento, por equis o ye razón, me resultaron de algún modo significativas, lo cual de ninguna forma esperaría verlo secundado en usted, que ha seguido amablemente el discurrir de esta atropellada disertación.

Para decirlo en dos palabras: el propósito de esta “Constelación de páginas” es operar a modo de una plática de café por escrito repasando una parte de mi cultura literaria, no sin antes hacer una aclaración. Quien piense en los dos campos semánticos que se reúnen bajo su título quizás pueda imaginarse que estoy haciendo un sesgo del conocido concepto de constelación literaria. Sin embargo, dicho sesgo lo juzgo más que necesario, pues en un deslinde (palabra que ineludiblemente nos remite a Alfonso Reyes) de enfoques dicho concepto realiza conexiones entre diversas obras de diversos autores formuladas en la competencia lectora de determinado individuo y sin tomar en cuenta la preceptiva de una historia literaria. Sin embargo, la inmersión que aquí propongo podría ser distinta, en virtud de que conduciéndose sistemáticamente se pueden establecer esos enlaces, pero, al margen de toda directriz académica, estoy convencido que más que relacionar obras enteras, relacionamos secuencias, pasajes, situaciones, frases. En otras palabras, a partir de nuestra personal formación lectora, constelamos a través de una navegación de páginas.

Así pues, en esta navegación libresca me remonto a un legendario proyecto de la UNAM, en concreto del Centro de Estudios Literarios, y que recientemente ha sido reactualizado. Buena parte de mi desempeño como investigador en dicho Centro me permitió colaborar con la Mtra. Aurora M. Ocampo en su Diccionario de escritores mexicanos. Siglo XX, mismo que constituye el eje (siendo ella el eje de ese eje) en torno al cual giran varios antecedentes y derivaciones. En un corte de caja en junio de 2013, dentro del 2º Coloquio sobre Investigación en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la Mtra. Ocampo hizo un puntual recuento de las cinco etapas (hasta ese entonces) de investigación y recopilación de material biobibliohemerográfico que nutre al proyecto que encabezó en casi tres décadas.

La historia de tal proyecto en esencia va de la mano con la del propio Centro, fundado por Julio Jiménez Rueda y echado a andar junto con María del Carmen Millán, como su primera directora, con Ana Elena Díaz Alejo, Ernesto Prado Velázquez y la maestra Ocampo en calidad de becarios del mismo. De tal suerte, la primera etapa de este proyecto se desprende de la tesis de maestría que Aurora Ocampo sustentó bajo el título de Literatura mexicana contemporánea. Biobibliografia critica en 1965, si bien estaba desarrollándose a la par la segunda etapa, el Diccionario de escritores mexicanos de 1967 y cuya autoría compartió con Ernesto Prado. Dicho diccionario abarca a autores que van desde la época prehispánica y el Virreinato hasta el referido año de 1965, siendo el maestro Prado Velázquez responsable de las fichas de autor correspondientes a la era precolombina, virreinal y decimonónica, mientras que las del siglo XX fueron de la autoría de la maestra Ocampo.

De allí que una vez reconfigurado el proyecto (por iniciativa del Dr. Rubén Bonifaz Nuño tras fundar el Instituto de Investigaciones Filológicas), la tercera etapa, bajo el diseño y la conducción de la maestra Ocampo, se enfocó exclusivamente en los autores que van “desde el Ateneo de la Juventud y novelistas de la Revolución hasta nuestros días”. Y ese “hasta nuestros días” no era sino hasta los escritores nacidos a principios de los años 70.Otro aspecto medular que se replanteó fue la composición del equipo de trabajo lidereado por la maestra Ocampo, ante la necesidad de completar y profundizar el contenido de cada ficha de autor, registrando no sólo su contribución bibliohemerográfica, sino también las referencias a su obra. Tan vasta cantidad de información sólo podría ser contenida no en uno, sino en los nueve tomos que compone el Diccionario de escritores mexicanos. Siglo XX y que alcanzó la letra “z” hasta el 2008.

A principios de los años noventa, bajo la supervisión de la maestra Laura Navarrete, a la sazón corresponsable del proyecto, ya se había puesto en marcha la cuarta etapa, consistente en vaciar en un soporte digital dicho acervo de información, pero debido a que sólo hasta la primera década del siglo XXI se pudo llegar a la última letra del abecedario es que debieron reconsiderarse el lenguaje de programación y el sistema operativo para ponerlos al día luego de ese inicial intento. Así, en 2011 (ya bajo mi corresponsalía) pudimos presentar el DVD Literatura mexicana siglo XX en multimedia, en un momento en el que ciertamente dicho formato comenzaba a ser obsoleto, por lo que nuestro principal esfuerzo se enfocó en diseñar y hacer funcional un portal en línea, objetivo de la quinta etapa y que después de varios ensayos cristalizó en 2019 con el Diccionario de escritores mexicanos siglo XX en línea, ya con la coordinación de la Dra. Pilar Mandujano Jacobo, tras haberse jubilado la maestra Ocampo en 2016, año en el que, curiosamente, salió a la luz una primera versión del Diccionario de escritores mexicanos siglo XXI. Nacidos a partir de 1970, también en línea, y que conforma la sexta etapa del mencionado proyecto.

Ahora bien, dada su importancia y la necesidad de facilitar el acceso al contenido del Diccionario de escritores mexicanos de 1967, a fines de 2023 salió a la luz una edición facsimilar en línea, a cargo de María Esther Guzmán y Sergio Reyes Coria, y que, como un bucle dentro de esta espiral ascendente, constituye la revaloración de una obra enciclopédica que marca un antes y después en los estudios historiográficos de nuestra tradición literaria. Al ser una rareza bibliográfica, esta actualización, además de afianzar los derechos de autor de sus creadores al conseguirle un ISBN (que en México no se otorgaban antes de 1978) y un número DOI, da pie para retomar aspectos que quedaron pendientes, como lo es la “Bibliohemerografía de la Literatura en México. Siglos XVI al XIX” que ha emprendido María Esther Guzmán, retomando así el trabajo que Ernesto Prado dejó en ciernes.

Señalo, a modo de cierre, dos derivas que rubrican muy bien la relevancia de esta obra recién exhumada. Cronológicamente hablando, incluye dos autores simbolizan el alfa y el omega de su nómina: el más antiguo de ellos, Netzahualcóyotl, el rey poeta de Texcoco, nos obliga a ampliar la concepción del canon de la literatura mexicana, no sólo como una manifestación anterior la llegada del hombre europeo, sino también abarcando las producciones literarias (y si me apuran no sólo aquellas que se registren a través de la escritura) en lenguas indígenas. En cuanto al escritor más joven, José Agustín Ramírez Gómez (nombre completo que no figurará sino hasta la versión impresa en 9 tomos), era el único que aparecía con su paréntesis abierto, mismo que el 16 de enero de este 2024 se cerró junto con su ciclo vital, apenas dos meses después de que se publicara esta edición facsimilar.

Tarea de recopilación biobibliohemerográfica inacabable, las reverberaciones de esta labor heredada por la maestra Ocampo ha hecho eco y seguirá haciéndolo en un importante número de investigadores, técnicos académicos y becarios universitarios, a tal grado que cubrirían más de una página mencionarlos en su totalidad. Quede cambio de obviar su enlistado, un total reconocimiento a su desempeño continuo y a su legado: 

https://www.iifilologicas.unam.mx/ebooks/dem1967/

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