La tierra bajo mis pies

Por: Andrés Bali Quintanar
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Conozco el leve rugido del tiempo, la bella melodía que se extiende a través de los instantes y me evoca profundos paisajes. Es mi corazón una manera de sentir esta vida que profundamente siento dentro del pecho. Los instantes son latidos de mi corazón. Entiendo la belleza del cosmos en el corazón. Es como si todo girara y los planetas siguieran su curso solo por hacer en mi corazón esta bella emoción que nace dentro mío.
Es posible que la vida tenga una forma precisa, una forma de deleitar mis pensamientos con incienso y buena fortuna. Es notorio como se ha formado el universo. Poco a poco la vida tomo forma hasta el punto en el cual mis pensamientos se deleitan con el perfume de las flores.
Esa bella forma, la forma de las flores, es una bella forma en la que el tiempo florece, una expresión de ese vivo sueño que mis ojos perciben. En las flores encuentro medicina, encuentro deleite, encuentro mi corazón.
Florece en una flor la forma de la vida, las emociones emanan de mi corazón. La forma con la cual comprendemos el cosmos.
No soy tan diferente a una flor. En mí también florece la bella mirada, la vida, el cosmos, la belleza de la forma del tiempo.
En mí nace la forma del tiempo, que más que un instante, es cada instante en el que escucho el latido de mi pecho. Cada instante nace en mi esa bella y liberadora energía del amor.
La vida tiene en la mirada la puerta de sus sueños, que se formó como las flores, poco a poco desde el origen de tiempo. Soñar es darse cuenta del bello modo de ser de cada flor. La tierra sabe a néctar que percibo en la flor de mi pensamiento, que encuentra bellas maneras de deleitar mis sentidos. Los pensamientos son flores que se abren a la existencia.
Poco sabemos de nosotros mismos, a veces pasa desapercibida la belleza de nuestro corazón.
En nuestro corazón florece el jardín de nuestra belleza.
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