De nuevo Odiseo / Siempre Penélope

Por : Alonso Leal Güemes

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De nuevo Odiseo

Un día,

hace ya unos cuantos años

llegué, desterrado, a este nuevo puerto.

Cuando creía haber recobrado en Ítaca

el refugio, el hogar encendido

y el lecho conyugal,

Penélope me expulsó de la casa.

Habituada a la soledad 

después de tanto tiempo de ausencia,

envejecido yo y envejecida ella,

extinguido su deseo,

nos convertimos en dos extraños

viviendo con culpa e ira 

bajo el mismo techo.

Así, cuando mis viajes interminables

al fin me alcanzaron

y llegó el momento de pagar mis descuidos,

para asegurar su patrimonio

y enfrentar una vejez predecible

—no muy distinta de su vida pasada—

no dudó ni un instante

en arrojarme de nuevo a los caminos.      

Así, el hogar largamente anhelado

y la patria añorada

resultaron ser un espejismo.

Igual al ensueño

que obnubila a mis contemporáneos 

por deleitarse con las horas muertas

y sentarse a contemplar

la puesta del sol en el mar,

entregados a la nostalgia,

a envanecerse de sus hazañas

y a las evocaciones de lo vivido.

Y si bien yo he conocido

todas las islas y todos los escollos,

la guerra sangrienta e implacable

y la victoria cegadora;

si yo encontré a los cíclopes y a los lotófagos,

sobreviví al canto de las sirenas

y no perecí en ningún naufragio;

si bien probé pócimas amorosas

y gocé los perfumes voluptuosos;

si bien me olvidé de mí mismo

en la delicada piel de las mujeres;

si he vivido todo cuanto mis vecinos

erigen en su fantasía y más,

a mí no me fueron destinados

ni la paz ni el reposo.

Para mí está decretado

conocer todavía los puertos ignorados,

enfrentar más tormentas y arrecifes;

extraviarme en los brazos

de una mujer desconocida;

cruzar las columnas de Hércules

y ver el confín del océano;

padecer hambre y frío,

abandonarme de nuevo a la errancia

hasta alcanzar la última Thule.

No me arrepiento, sin embargo.

Aunque ella lo ignore,

en el fondo del corazón,

le agradezco a Penélope

su mezquina ambición y su ingratitud

que me forzaron a reconocer

mi verdadero hado.

14-VIII-2024

Siempre Penélope

Mi vida se cifró en la espera.

Ahora, viuda por elección

con un marido vivo,

en la soledad encontré mi destino,

en el silencio, mi casa,

en las mansas tareas domésticas,

mi vocación definitiva.

Fueron tantos años de angustia,

de incertidumbre,

de ser azotada por el tábano de los celos,

de sentirme perseguida

tanto como ignorada;

esperando recuperar la felicidad

de un paraíso perdido

cuando cultivaba —protegida—

un jardín junto al mar

y miraba crecer —plena— a mi hijo.

Tantos años de evocar el espejismo

que el regreso de Odiseo

me confundió en un primer momento.

Creí —inocente— haber recobrado

el tiempo fugitivo  

y ser capaz de reconstruir

el palacio de la nostalgia.

Pero al convivir con él todos los días

al asombrarme de su tosquedad,

al sorprender las palabras de amor

dirigidas a otras en sueños,

al enfrentar el tedio de sus historias repetidas,

al reconocer mi deseo extinguido

y saberlo incapaz de revivirlo,

decidí expulsarlo del hogar.

Además era evidente su infelicidad,

su desazón.

Pasaba días enteros a la orilla del mar

mirando incansable el horizonte.

Caía en ensimismamientos interminables

o me miraba distante, admirado,   

como se mira a una extraña.

Y alimentaba la hoguera de mi rabia

cuando ignoraba —impasible— mis peticiones

y era incapaz de encargarse del menor trabajo.

Así, cuando se presentó la diosa

y sus acreedores tocaron las puertas de palacio,

la cogí por la escasa cabellera    

y lo obligué a marcharse

a cambio de facilitarle la huida.

Ahora, recuperé mi estado original,

—perdida ya la ilusión de su regreso—

estado que, finalmente, labró mi vida:

pasar absorta en mis pensamientos y mis deseos,

multiplicados por el silencio interior.

Los parásitos predadores de mi hacienda

yacen finalmente en la ceniza.

A nadie debo rendir cuentas.

Soy libre y dueña de mí misma.

Guardiana de los frutos,

regente de las costumbres,

sacerdotisa de la reclusión,

resguardo atenta estos dominios

para cuando mi hijo retorne

y pueble esta casa de nietos.

Y pueda continuar la vida y la alegría.

14-IX-2024

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