La otredad
Por. Angelina Muñiz-Hubermann
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Antecedentes
Uno de los grandes hechos históricos del siglo XX fue la Guerra Civil Española de 1936-1939, antecedente de la Segunda Guerra Mundial pues se peleó por la democracia frente a las fuerzas falangistas y nazis. Italia y Alemania probaron allí armas y estrategias. En cambio, las brigadas internacionales que apoyaban a la República eran voluntarios sin armas.
La derrota republicana trajo consigo el exilio de miles de personas hacia Francia y el posterior exilio a México principalmente, gracias a la labor del presidente Lázaro Cárdenas al enviar barcos para recogerlos. México recibió personas de todas las profesiones, de todas las edades, de todas las capas sociales que pudieron rehacer sus vidas y encontrar fuentes de trabajo. Este año se han celebrado gran número de actividades al conmemorarse 85 años del exilio.
La FIL de Guadalajara, con España como invitada de honor, también ha contribuido a esa celebración y España le ha dedicado al exilio un espacio. El Grupo de Estudios Literarios del Exilio de la Universidad Autónoma de Barcelona ha llevado a cabo congresos y la Editorial Renacimiento de Sevilla ha publicado libros. Así que quedamos agradecidos los que aún pertenecemos al exilio español en México.
Ser exiliado es vivir entre la esperanza de un posible regreso a la tierra de origen o adaptarse al lugar en que se vive. Exiliados ha habido siempre y en todos los países hasta nuestros días. Por ejemplo, podemos considerar a Adán y a Eva como los primeros exiliados, al salir del Paraíso. Y los más recientes los emigrantes latinoamericanos hacia Estados Unidos o los africanos hacia Europa. Se trata de un conflicto inacabable.
Del exilio español se dio el caso de varias generaciones. Tomando como ejemplo al exilio literario llegaron escritores reconocidos y con su obra publicada en España, además de médicos, arquitectos, ingenieros, pintores, actores y actrices. Llegó también otra generación, de niños y adolescentes, que aquí estudiaron y empezaron a publicar o a destacar en otras especialidades.
De los primeros son conocidos los nombres de Luis Cernuda, León Felipe, Max Aub, Pedro Garfias, Concha Méndez, María Luisa Elío y muchos más. De los segundos, llamados los Hispanomexicanos o la Generación Nepantla algunos son Ramón Xirau, Tomás Segovia, Luis Rius, Arturo Souto, Gerardo Deniz, Francisca Perujo, César Rodríguez Chicharro, Jomí García Ascot, José Pascual Buxó, Juan Espinasa. Otros siguieron con la costumbre del exilio y de México partieron a diversos países como Carlos Blanco Aguinaga, Manuel Durán, Roberto Ruiz, Enrique de Rivas. La Generación Nepantla terminó: a principios de año murió Federico Patán y ahora sólo quedo yo.
La Generación de los Hispanomexicanos
Hablaré sobre mi generación, menos conocida, por su conflicto de identidad. “Yo fui, no soy, y mi verdad es ésta”, [1] dice Luis Rius. Se esperaba de ellos que siguieran apegados a la cultura y valores de la Segunda República, pero vivían y se educaban en México. Si al principio poseían una especie de marca que los distinguía del resto de la población, luego empezaron a diluirse en ella y ser aceptados como mexicanos. En mi caso, tal vez por haber vivido más, se me considera en antologías mexicanas de escritores y he recibido máximos galardones mexicanos, lo cual me enorgullece. No puedo decir lo mismo de España, aunque he sido publicada en varias editoriales españolas. Me disculpo por hablar en primera persona, pero soy un ejemplo claro de la ambivalencia.
La otredad
En el fondo, tal vez nuestro caso se deba al fenómeno de la otredad y sus implicaciones.
La otredad se manifiesta por la diferencia que hay en cada ser humano frente al otro. En lugar de un espejo se recurre al reverso del espejo. Desde el punto de vista del uno, el otro es el diferente. Sin embargo, se olvida que, desde el punto de vista del otro es el uno el diferente. Todo parecería indicar que el punto de vista es variable y que la visión nunca es certera.
Sobre la otredad dice Emmanuel Lévinas: “Soy yo quien soporta al otro, quien es responsable de él”. [2] Ojalá, digo yo. Aplicable, más que a nadie, al exiliado en este juego y rejuego del ser y el ser otro.
El transexilio
Otra manera de ver el exilio sería tomarlo como traslación constante: el exilio que no puede detenerse, en tránsito, con un más allá indefinido, en busca de algo que se pierde y que trata de unir extremos. El prefijo “trans”, ahora muy de moda, lo sitúa en esa búsqueda y en un tema con variaciones. Abarca tantas posibilidades como se puedan inventar. Después de todo es un invento y existe la tentación de desmitificarlo.
Para terminar: Dice uno de mis escritos:
Cuando comprendí que el exilio era mi casa, abrí la puerta y me instalé. Me instalé cómodamente. Con todo tipo de subterfugios, alternancias, pretextos, soledades, elecciones, fidelidades, anarquías, mis libros favoritos, mi peculiar manera de escribir, mi gata prodigiosa, muchas hojas de papel, plantas en el balcón, un comedero para los colibríes y otro para los petirrojos, mi florido huerto de amor, el aire, la memoria, las comas, los espacios en blanco y los dos puntos. [3]
En esta evolución a lo largo del tiempo, todo empieza a modificarse. También la trasgresión irónica ocupa su lugar, como en otro de mis libro: Las confidentes:
“-el tiempo correrá
-nuestros hijos crecerán
-y tendrán, a su vez, otros hijos
-la melancolía nos invadirá
-Franco no morirá
-el regreso no ocurrirá
-empezaremos a morir, uno tras otro
-Franco sí morirá
-nos harán homenajes
-en México y en España
-la gente se aburrirá
-medio siglo, tres cuartos de siglo, un siglo de exilio
-el exilio: ¿qué exilio?
-ah, sí, el exilio
-había una vez un exilio
-érase que se era un exilio
-en los tiempos de Mari Castaña hubo un exilio
-se derramarán lágrimas de cocodrilo
-¿quieres que te lo cuente otra vez?
-basta.” [4]
Gracias.
[1] Luis Rius, “Yo fui, no soy, y mi verdad es ésta”, en Peñalabra, Pliegos de poesía (Santander), núms. 35-36, 1980, dedicado a la segunda generación de poetas españoles en el exilio mexicano, s.p.
[2] Emmanuel Lévinas, Ética e infinito, Visor, Madrid, 1991, p. 95.
[3] Angelina Muñiz-Huberman, El canto del peregrino, Hacia una poética del exilio, Universidad Autónoma de Barcelona / Universidad Nacional Autónoma de México, 1999, 189, p. 187.
[4] Angelina Muñiz-Huberman, Las confidentes, México, Tusquets, 1997, 161, 103-104
Texto leido durante el evento dedicado al Exilio español durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el 30 de noviembre de 2024.