En las perdidas nos descubrimos
Reseña de: Fer Trejo
Silvia Molina es narradora, ensayista y editora mexicana, nació en 1946 en la Ciudad de México. Su padre fue el escritor Héctor Pérez Martínez y su tío, también escritor, Rafael Sánchez de Ocaña, de quien en esta novela “El tío Rafael o La huida del peregrino”, habla. Tanto su padre como su tío fueron grandes amigos, es así como Rafael llega a la vida de la familia Celis, dejando huella en su pequeña sobrina, Silvia.
Esta novela consta de un preludio y tres partes, dando un total de doscientas seis páginas. Se narra en primera persona y a través de cartas nos da un viaje por el tiempo en el que su tío, su padre y amigos de ellos de gran renombre, nos cuentan de sus años en España, París, Alemania, Argentina y México.
“Dulcinea”, como llamaba Rafael Sánchez de Ocaña a Silvia, se propone investigar sobre su tío, “Uno da vueltas a la noria infinitamente, y esa noria no es otra cosa que el pasado; y el mío está lleno de agujeros”. Tras una vida llena de pérdidas inicia su investigación “Muchas veces pensé si valía la pena hacer el esfuerzo”, pues no fue nada fácil, ya que su prima hermana se negó a darle acceso a la biblioteca del escritor y tuvo que ir investigando entre lo que tenía: fotografías, cartas, contactos, familia y mucha paciencia para aquellos días en los que sentía que ya no había más.
Con esto la autora inicia su historia, que como he dicho antes narra la vida de Rafael desde la mirada de su sobrina, donde descubriremos que “el león no es como lo pintan”. Aparentemente su vida es tranquila, le apasiona leer “…me ayuden a encontrar lo verdaderamente mío, que no sea otra cosa que leer como desaforado” nos cuenta en una carta a su hermana Matilde. También gusta mucho de la filosofía y política, pues se une a El Ateneo donde “…comenzaría su vida política, las relaciones de toda una vida.” Aquí él seguiría con su filiación socialista y liberal que lucha por una España con más educación y oportunidades como el resto de Europa y lo previo a la Guerra Civil. Gracias a su asistencia a “El Ateneos” se hizo de grandes amigos como Ortega y Gasset y Alfonso Reyes quien lo ayudaría a publicar en ciertos periódicos cuando se estableció como refugiado en México.
Conoceremos grandes detalles de su vida a lo largo de los diferentes países en los que estuvo viviendo. También sobre sus amoríos desafortunados “porque para los amores no he tenido suerte”, leemos en una de sus cartas. Sin embargo, encuentra el amor en los brazos de Refugio cuando llega a lo que hoy es la Ciudad de México.
Nos encontramos con un libro bastante ameno, una lectura sencilla y rápida, que si bien por momentos me he perdido entre fechas y nombres, he disfrutado ver todo lo que una persona puede ser y llegar a hacer. A simple vista un familiar solo es eso: un tío, un abuelo, una prima o una hermana, que al formar parte de nuestra cotidianidad los damos por sentado, cuando ellos son piezas fundamentales de nuestra historia. Enterarme de los viajes, amores, aventuras y huidas de Rafael Sánchez de Ocaña, tío de Silvia Molina, me han dejado con un buen sabor de boca a esta mi primera novela biográfica.